martes, 18 de marzo de 2014
PROPIEDADES DEL JENGIBRE
Propiedades sobre el aparato digestivo-
Tradicionalmente, el jengibre se ha utilizado para tratar afecciones digestivas. Facilita y estimula la digestión de los alimentos, dispone de poder antibacteriano siendo un apoyo a la flora intestinal, ayuda a la función hepática y regula niveles de azúcar en sangre. Es muy útil en casos de dispepsias, gases, hinchazón abdominal, pesadez, espasmos digestivos, vómitos, náuseas, diarreas, etc.
El jengibre estimula al páncreas, aumentando la producción de enzimas que favorecen la digestión y evitan la aparición de una serie de efectos secundarios relacionados con una mala absorción de los mismos
Se ha comprobado como la ingestión de jengibre resulta uno de los mejores remedios para combatir las náuseas o ganas de vomitar en sus numerosas variedades, actuando directamente en el estómago (Lien HC, Sun WM, Chen YH, et al. Effects of ginger on motion sickness and gastric slow-wave dysrhythmias induced by circular vection. Am J Physiol Gastrointest Liver Physiol. 2003;284:G481 – G489.)
La ingestión de jengibre reduce también las nauseas o vómitos que se producen en los primeros meses de embarazo. Los resultados de varios estudios mostraron que el jengibre reducían las náuseas sin efectos secundarios significativos
El jengibre parece reducir los vómitos post-operatorios, efectos negativos que acompañan a los medicamentos utilizados en las operaciones, así como los vómitos tras sesiones de quimioterapia.
Además de favorecer la digestión y como antivomitivo, se muestra eficaz para los mareos en los viajes (enfermedad del movimiento), especialmente para disminuir el vómito y el sudor frío
Su poder antibacteriano es capaz de tratar el Helicobacter pylori, bacteria asociada a muchas úlceras, especialmente la de duodeno y de otros problemas de estómago como la gastritis.
Además, el jengibre es capaz de neutralizar el exceso de ácido gástrico que es otro de las causas que favorece la aparición de úlceras.
Su capacidad antibacteriana elimina microorganismos perjudiciales, como la Escherichia coli, y otros microorganismos parásitos perjudiciales mientras que es tolerante con los microorganismos necesarios en la flora intestinal.
Permite aumentar la riqueza de la flora intestinal y evitar la aparición de putrefacciones intestinales responsables de hinchazones abdominales y gases (meteorismo). Los gingeroles contenidos en esta planta aumentan el peristaltismo intestinal favoreciendo la expulsión de los excrementos. Es eficaz en la mayor parte de diarreas y muchos casos de gastroenteritis.
Es eficaz también contra el mal aliento y para refrescar la boca después de las comidas. Además incrementa la producción de saliva en la boca por lo que puede utilizarse para remediar los casos de boca seca.
BENEFICIOS Y PROPIEDADES DEL OMEGA-3
Las principales investigaciones sobre los efectos de los ácidos grasos se han centrado en el ácido graso omega-3, habiéndose demostrado claramente que reducen el riesgo de enfermedad cardiaca. La American Heart Association recomienda comer pescado al menos dos veces a la semana, especialmente pescado graso como caballa, trucha, arenque, sardinas, salmón y atún blanco.
El consumo de ácido graso omega-3 reduce la inflamación y puede ayudar a reducir el riesgo de enfermedades crónicas como cáncer, artritis o enfermedades del corazón. Estos ácidos grasos se encuentran en altas cantidades en el cerebro y parecen jugar una función muy importante en el funcionamiento cognitivo. De hecho, los niños que no han recibido suficiente cantidad de ácidos grasos omega-3 durante su gestación tienen un mayor riesgo de presentar problemas visuales y del sistema nervioso.
La importancia del equilibro entre ácidos grasos
Para que los ácidos grasos puedan ejercer su función correctamente es muy importante no solo que existan en cantidades suficientes, sino también que haya un adecuado equilibrio entre las cantidades de omega-3 y omega-6. Los primeros ayudan a reducir la inflamación, mientras que los ácidos grasos omega-6 estimulan la reacción inflamatoria.
Una alimentación sana, como la dieta mediterránea, ayuda a mantener este equilibrio porque contiene alimentos ricos en omega-3, como cereales integrales, frutas y verduras frescas, aceite de oliva, pescado, o ajo. Sin embargo, en muchos países occidentales la alimentación tiene un contenido mucho más elevado de omega-6 que de omega-3. Este desequilibro se debe a diversas razones, como:
• Disminución del consumo de alimentos ricos en omega-3.
• Consumo de cereales refinados en vez de integrales.
• Aumento de la ingestión de azúcar (que interfiere con el metabolismo de los ácidos grasos).
• Aumento del consumo de grasas hidrogenadas.
• Deficiencias nutricionales (la vitamina B6, por ejemplo, es necesaria para el metabolismo de los ácidos grasos).
• Aumento del consumo de fármacos.
Los ácidos grasos más importantes
Alfa linolénico, del que ya hemos hablado.
Ácido eicosapentanoico (EPA), de la familia omega-3. Ayuda a regular la inflamación, el sistema inmunitario, la circulación y la coagulación sanguínea. Se encuentra en el pescado graso principalmente.
Ácido docosahexanoico (DHA), de la familia omega-3. Juega un papel importante en el desarrollo del cerebro y la retina en bebés. También juega un papel importante en la salud de las articulaciones y la función cerebral. Se encuentra en el pescado graso principalmente y también en el huevo y algunos tipos de algas.
Ácidogamma linoleico (GLA), de la familia omega-6. Interviene en el funcionamiento del cerebro, la salud de las articulaciones y el equilibrio hormonal. Se encuentra en el aceite de borraja y de onagra.
Síntomas de deficiencia o desequilibro de ácidos grasos
• Piel seca y/o agrietada
• Ojos secos
• Caspa
• Irritabilidad
• Cabello seco
• Uñas blandas y quebradizas
• Sed excesiva
• Heridas que tardan en curar
Enfermedades asociadas con la falta o desequilibrio de ácidos grasos
• Asma
• Diabetes
• Artritis
• Eczema
• Fatiga
• Hiperactividad
• Cáncer
• Depresión
• Caída del cabello
• Lupus
• Hipertensión
• Enfermedad cardiovascular
• Problemas de memoria
• Esquizofrenia
• Trastorno bipolar
• Enfermedad de Alzheimer
• Degeneración macular
PESCADO AZUL Y PESCADO BLANCO
PESCADO AZUL , PESCADO BLANCO.
La clasificación de pescado que todos conocemos es: Pescado azul, pescado blanco y pescado semigraso. La diferencia de cada grupo de pescados no se encuentra en el color, si no en el contenido graso de cada uno, y en consecuencia en su digestibilidad, y que se expresa en porcentaje con respecto a su peso.
Además de las denominaciones pescado azul, pescado blanco o pescado semigraso (que es el menos habitual), al pescado azul también se le conoce como pescado graso y al pescado blanco como pescado magro. A todo esto hay que añadir que hay pescados que según la época del año en que se encuentren, tienen mayor o menor contenido en grasa, por eso su definición puede variar o se clasifican como pescados semigrasos.
El pescado azul tiene entre un 5 y un 10% de grasa, es el resultado de su necesidad de acumularla para soportar los grandes viajes que realiza. Este cúmulo de grasa que en su mayoría se encuentra en los músculos, hace que su coloración sea algo azulada, por esa razón se cree que reciben el nombre de pescado azul.
Citando algunos ejemplos de pescado azul encontramos el atún, el bonito, la sardina, el boquerón, el salmón, la caballa, la anguila, la lamprea, el pez espada, el cazón, la palometa o japuta y el jurel entre otros.
El pescado blanco contiene alrededor de un 2% de grasa, es un pescado sedentario y no necesita acumular grasas para su manutención. La mayor parte de la grasa de los pescados magros se concentra en el hígado y la coloración de su carne es blanca en la mayoría de casos.
Son pescados blancos la merluza, el rape, el bacalao (aunque cuando está en salazón concentra más grasa y puede considerarse nutricionalmente pescado azul), el lenguado, el fletán, el gallo o el rodaballo entre otros.
El pescado semigraso, como ya hemos indicado, no existe como tal, pero dependiendo de la época del año, un pescado azul reduce su contenido graso, encontrándose en niveles de entre un 2’5% y un 5% de grasas.
Algunos ejemplos de pescado semigraso son la lubina, la dorada, el salmonete, el besugo y la anguila.
La clasificación de pescado que todos conocemos es: Pescado azul, pescado blanco y pescado semigraso. La diferencia de cada grupo de pescados no se encuentra en el color, si no en el contenido graso de cada uno, y en consecuencia en su digestibilidad, y que se expresa en porcentaje con respecto a su peso.
Además de las denominaciones pescado azul, pescado blanco o pescado semigraso (que es el menos habitual), al pescado azul también se le conoce como pescado graso y al pescado blanco como pescado magro. A todo esto hay que añadir que hay pescados que según la época del año en que se encuentren, tienen mayor o menor contenido en grasa, por eso su definición puede variar o se clasifican como pescados semigrasos.
El pescado azul tiene entre un 5 y un 10% de grasa, es el resultado de su necesidad de acumularla para soportar los grandes viajes que realiza. Este cúmulo de grasa que en su mayoría se encuentra en los músculos, hace que su coloración sea algo azulada, por esa razón se cree que reciben el nombre de pescado azul.
Citando algunos ejemplos de pescado azul encontramos el atún, el bonito, la sardina, el boquerón, el salmón, la caballa, la anguila, la lamprea, el pez espada, el cazón, la palometa o japuta y el jurel entre otros.
El pescado blanco contiene alrededor de un 2% de grasa, es un pescado sedentario y no necesita acumular grasas para su manutención. La mayor parte de la grasa de los pescados magros se concentra en el hígado y la coloración de su carne es blanca en la mayoría de casos.
Son pescados blancos la merluza, el rape, el bacalao (aunque cuando está en salazón concentra más grasa y puede considerarse nutricionalmente pescado azul), el lenguado, el fletán, el gallo o el rodaballo entre otros.
El pescado semigraso, como ya hemos indicado, no existe como tal, pero dependiendo de la época del año, un pescado azul reduce su contenido graso, encontrándose en niveles de entre un 2’5% y un 5% de grasas.
Algunos ejemplos de pescado semigraso son la lubina, la dorada, el salmonete, el besugo y la anguila.
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